Edificios religiosos

Un poco alejada del centro de Manhattan se encuentra la Catedral de San Juan el Divino, conocida popularmente como “San Juan, la Inacabada”. Su apodo se debe a que, después de más de cien años, aún no ha finalizado su construcción. Actualmente es la sede del arzobispado de la Iglesia Episcopal de Nueva York.

Antes de entrar, lo más llamativo del exterior es su gran tamaño; hoy por hoy se trata de la Catedral Anglicana más grande del mundo, junto con la de Liverpool. A través de su fachada, podemos apreciar los diferentes estilos arquitectónicos utilizados durante su construcción, que evidencian las constantes interrupciones. Desde 1909 se modifica todo su exterior hacia un estilo neogótico.  

Sus inmensas puertas de bronce, decoradas con escenas talladas del Antiguo y Nuevo Testamento, no dejan indiferente a los visitantes. Su interior está dividido en siete capillas dedicadas a diferentes motivos, como los deportes o la poesía, entre otros. Una de las más conocidas es la Capilla del Trabajo, que rinde homenaje a los bomberos, especialmente a los que no sobrevivieron a los atentados del 11 de septiembre de 2001. 

Uno de los detalles más impactantes de la Catedral es su rosetón, compuesto por más de 10.000 piezas de cristales de diversos colores, el más grande de los Estados Unidos. 

Por su parte, y dedicada al Patrón de Irlanda, la Catedral de San Patricio está considerada como la más grande de América del Norte de estilo neogótico. Situada en pleno corazón de Manhattan, contrasta su fachada con los impresionantes edificios de la zona, como el Rockefeller Center, situado justo enfrente. Es la sede de la Arquidiócesis Católica de Nueva York, e iglesia parroquial.

Con la construcción de sus dos torres de más de 100 metros se pretendía resaltar su altura e imponerse a los demás edificios. Esto, sin embargo, duró poco tiempo, debido a que al poco tiempo comenzó la construcción del resto de rascacielos que conocemos a día de hoy en la Gran Manzana. Las obras comenzaron en 1858 gracias a los donativos de los inmigrantes irlandeses para dedicársela a su patrono.  

En su fachada, realizada en mármol blanco, se puede apreciar el aspecto recargado característico del estilo neogótico. Una vez dentro, llaman la atención sus enormes órganos, con cerca de 10.000 tubos en total.  
 

Otros detalles interesantes en su interior son el Altar de San Luis y San Miguel, elaborado por Tiffany, y sus diecinueve campanas, cada una de ellas bautizada con el nombre de un santo.