Hay cierto número de actividades que van implícitas al hecho de viajar: dormir a pierna suelta (sobre todo en aquellos que tiene facilidad para acomodarse en cualquier tipo de asiento o aquellos que tienen sueño acumulado), leer best-sellers adquiridos en el duty free, trabajar con el ordenador y, como no, escuchar música.
Según el tipo de desplazamiento y, sobre todo, el transporte en el que viajemos, el consumo de música se lleva a cabo de un modo u otro.Cuando lo hacemos en nuestro propio coche o en el de algún conocido, nos soltamos la melena, musicalmente hablando, sin ningún tipo de pudor. El desplazamiento en tren o bus suele significar un consumo más discreto de música. Como mucho, se te puede escapar algún tarareo. Y el avión nos suele invitar a escuchar temas más tranquilos que nos permitan relajarnos en nuestro asiento.
Ahora bien, ¿qué canciones no deben faltar en nuestras playlist viajeras?
KILÓMETROS INSONORIZADOS
El coche es un medio propicio para sacar al profesional del karaoke que todos llevamos dentro.Da lo mismo que en la radio suenen David Bustamante y David Bisbal con “Dos hombres y un destino” que Whitney Houston y la BSO de “El guardaespaldas». Lo damos todo frente al salpicadero.
Muchas veces nos encontramos con la fortuna de que la cadena de radio que hemos sintonizado no deja de alegrarnos con temas que conocemos bien y que cantamos a voz en grito. “Ni tú ni nadie” de Alaska y Dinarama o “Fruta fresca” de Carlos Vives serían dos buenos ejemplos.
Otro momento crucial en cualquier viaje con banda sonora proporcionada por la emisora de moda, es aquel en el que se encadenan temazos latinos que, por voluntad propia o impuesta, nos sabemos de principio a fin. Aquí entrarían “Despacito” de Luis Fonsi, “La bicicleta” de Shakira y Carlos Vives o “Bailando” de Enrique Iglesias. Se trata de un fenómeno del que no puedes escapar (no lo intentes) ya que en el resto de emisoras encontrarás las mismas canciones (aunque puede que sonando en distinto orden).
Al volante también nos convertimos en estudiantes de primer fascículo del método Vaughan. Chapurreamos canciones en inglés sin acertar absolutamente ninguna sílaba pero convencidos de que entendemos la letra. “Diamons” de Rihanna, “Where is the love” de Black Eyed Pease o “Chandelier” de Sia podrían considerarse víctimas de nuestro aprendizaje del idioma anglosajón. Hasta el “You are beautiful” de James Blunt, que a priori no parece que tener ninguna dificultad, es destrozado sin compasión por nuestras cuerdas vocales poco aptas para el cante.
Por otra parte, si tienes la suerte de poder conectar un dispositivo externo al equipo de música de tu automóvil, además de experto karaokista pasas también a ser DJ profesional. Ir encadenando temas que agraden al conductor y le hagan el viaje más ameno no es tarea fácil.
Algunas de las recomendaciones con las que no fallarás si lo que quieres es que vaya espabilado son “Hands clean” de Alannis Morrisette, “Chup Chup” de Australian Blonde” o “Secret” de Delorentos.
Si los duetos o cantar en grupo es lo vuestro, podéis tirar de “Tu calorro” de Estopa, “No puedo vivir sin ti” de Los Ronaldos o “Mi realidad” de Lori Meyers, temas que has escuchado por activa y pasiva en tus ratitos de ocio.
Y si lo que os apetece es un poco de calma, podéis pinchar “Lucha de gigantes” de Zahara con Love of Lesbian, “Stop de clocks” de L.A. o “En mis besos” de Café Quijano.
EN TREN EN MODO RANDOM
Viajar en ferrocarril cuenta con una particularidad que no está presente en el resto de medio de transporte: la acción de reflexionar.
El poder ir viendo el paisaje por la ventana hace que todos nosotros, sin excepción, nos transformemos un poco en Paulo Coelho. Nos da por pensar acerca del sentido de nuestra vida, nos replanteamos aspectos de nuestra existencia de los que no teníamos constancia hasta el momento y tomamos decisiones vitales que se esfuman al poner un pie en el andén.
En la mayoría de los casos, la música que vamos escuchando durante este viaje “medio astral” es un espejo de lo que nos inquieta por dentro.
Las canciones “Todo se transforma” de Jorge Drexler, “El amargo del pomelo” de Nacho Cano o “Abril” de La Fuga en lengua castellana o “Big, big world” de Emilia, “Viva la vida” de Coldplay o “All of me” de Jhon Legend en inglés, son temas imprescindibles para abstraernos en reflexiones que, a ciencia cierta, no llegarán a ninguna parte. Pero despiertan al intenso que todos llevamos dentro.
El hecho de aprovechar tu desplazamiento en tren para ir trabajando (si no tienes la suerte de haber cogido plaza en el vagón silencioso) te obliga a disponer de unos auriculares para concentrarte en tu labor.
Si eres de los que se incluye en este grupo, algunas de las canciones que te recomendamos son “La parte de adelante” de Andrés Calamaro, “A dónde ir” de Viva Suecia o “Buenos aires” de Xoel López. Sus melodías son perfectas para inspirarte sin distraerte.
MELODÍAS AÉREAS
Viajar en avión, sobre todo en trayectos cortos, te obliga a ir esquivando estímulos que te alejan de tu objetivo: aislarte y relajarte.
El proceso de volar implica una serie de acontecimientos previos que hacen que el momento de sentarse y abrocharte el cinturón se convierta en un ritual deseado y merecido.
Tras las horas de anticipación en el aeropuerto, los arcos de seguridad, la espera en la puerta de embarque, el encontrar tu plaza, colocar las maletas, dejar pasar al compañero, las recomendaciones de seguridad de las azafatas… después de que todo esto suceda, solo te queda pulsar el “play” y dejarte querer. En tus oídos suenan “What can i do” de The Coors, “LN Granada” de Supersubmarina o “Daylight” de Maroon 5 y te sientes feliz.
Si el trayecto apenas supera la hora, no te queda otra que aguantar despierto. Te proponemos un juego que consiste en imaginarte a tus compañeros de avión moviéndose al ritmo de “Déjame vivir con alegría” de Grupo de expertos solynieve, “Stab my heart” de Belize o “Noche en vela” de Guaraná. Te aseguramos que se te escapará alguna que otra sonrisa al comprobar cómo estas tres canciones encajan en cualquier movimiento que hagan los pasajeros.
A la música se le otorgan todo tipo de cualidades beneficiosas. Tiene el poder de relajarnos cuando estamos nerviosos, de activarnos cuando estamos aletargados, de inspirarnos cuando estamos atascados o de apoyarnos cuando estamos decaídos.
Pero si hay algo que hace que la música sea imprescindible en nuestras vidas, es el hecho de que es la mejor compañera de viaje. Llévala siempre contigo y cualquier trayecto contará, para siempre, con su propia banda sonora.