La Cúpula de la Bomba Atómica de Hiroshima: el edificio que resistió y su sentido en el tiempo

La Cúpula de la Bomba AtómicaVaya por delante que este no es un post informativo. De los detalles numéricos y cuantificables de la barbarie de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, ya existen suficientes informes, posts y websites como para informarnos aquí y allá con toda precisión. Es un post de espanto, de enaltecimiento, de extrañamiento y de incomprensión, materiales exclusivos con los que, seguramente, se construye la experiencia de asistir a la presencia física de este irrepetible lugar del mundo llamado: “La Cúpula de la Bomba Atómica”. Pudiera argüirse que, en sentido estricto, no es tanto un lugar, como un edificio, o mejor, sus restos, las ruinas que la explosión dejó a su paso por las entrañas de este edificio cuyo diseño data de 1915 y que ha de atribuirse al arquitecto checo Jan Letzel, que jamás habría adivinado el destino histórico y universal que esperaría al edificio que proyectó.

La cúpula de la bomba atómica: Datos

Digamos, al menos por ubicarlo en sus términos más esenciales, que el edificio se terminó de construir en abril de 1915, y que su construcción se debió a la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima (HMI). Que este edificio haya terminado citado en cientos de textos junto al nombre de la Unesco, que lo declaró Patrimonio de la humanidad en 1996 con su nueva denominación, requirió de por medio la muerte prácticamente inmediata de 120.000 personas, y que otras 300.000 resultaran heridas, en uno de los peores y más vergonzosos episodios antropológicos de la civilización humana. Estados Unidos lanzó su bomba atómica “Little boy” sobre la ciudad de Hiroshima en la que sería la primera vez que una bomba de esta tipología se utilizaba contra la población civil. La detonación arrasó un área de hasta 3 kilómetros alrededor del punto de explosión de la bomba, zona en la que prácticamente no quedó ninguna construcción en pie. Prácticamente, porque quiso el destino que, erigiéndose aún entre esos 3 kilómetros de amasijos de hierros y escombro resultante, se mantuviera en pie el edificio de Letzel, sosteniendo todavía en su pináculo la estructura de acero de su cúpula original. Aunque todo el edificio es, en sí mismo, un superviviente de la explosión, la historia ha tomado tomado “la parte por el todo”, es decir, la cúpula, como símbolo, primero, del edificio que resistió frente a la explosión; y segundo, de toda una construcción conceptual con la que el mundo quiere expresar su esperanza de que este hecho infame no vuelva a repetirse jamás.

Antes del bombardeo

Decíamos antes que, estrictamente, la “Cúpula de la Bomba Atómica” no es un lugar, sino un edificio, o incluso un “monumento” de Hiroshima en tanto que perfectamente integrado dentro del conjunto de lugares de visita recomendada para cualquier visitante de Hiroshima (pertenece al Memorial de la Paz de Hisroshima). No obstante, a poco que lo pensemos, la “Cúpula de la Bomba Atómica” no resulta tan interesante por su capacidad de resistencia, como por su condición de vector, señalando UN LUGAR, un punto irrepetible de la historia, tan abierto a lecturas e interpretaciones como la cantidad de libros y de textos que aún se publican sin cesar sobre la Segunda Guerra Mundial, y absolutamente equiparable en esta estructura de “vector histórico” a otros señalamientos como el de Auschwitz, donde el espacio-tiempo de la realidad parece deformarse por el terrible efecto de unos hechos que parecen atravesar el tiempo y alcanzarnos más allá de sus ruinas, o sus huellas materiales. Un lugar que nos relativiza a todos, que nos resitúa en la historia de la humanidad; huellas intangibles dejadas en el tiempo, pistas de un pasado en el que el ejercicio habitual del turista, el de simularse a sí mismo en ese punto del tiempo y del espacio, simplemente, resulta absurdo e inabordable. Y sin embargo, dadas las proporciones de lo acontecido, todos estamos, en tanto que seres humanos, de alguna forma concernidos por este lugar exacto,

 

Bomba atómica

Bomba atómica

 

La cùpula de la bomba atómica hoy en día

¿Hasta qué punto puede resultar turístico un lugar como este? Y no es que no recomendemos su visita, ¡todo lo contrario!, más como un acto de valor civilizatorio que como un acto turístico en sí mismo, pero… ¿qué parte de cuanto se juega en la presencia de la “Cúpula de la Bomba Atómica” se escapa de la lógica turística para convertirse en una estancia simbólica, o incluso en una forma de transformación histórica del sujeto viajero? Algo de esto debían tener en mente los responsables del Museo de Auschwitz cuando, hace solo unos meses, solicitaban a sus visitantes el debido respeto durante la visita a la hora de hacerse selfies y compartir su experiencia, ¿no les parece? Aún existen visitas cuyo efecto doblega la lógica turística, por más que esta haga lo posible por fagocitar “lo imposible” en una ruta apta y “calculada” para el recorrido turístico y su extensión bajo la forma del souvenir.

 

Cúpula de la bomba atómica en la actualidad

Cúpula de la bomba atómica en la actualidad

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