Turín, esa gran y desconocida ciudad escondida tras los Alpes en el Norte de Italia, es la capital del Piemonte.
Fue fundada como Civitas Augusta Taurinorum por el Emperador Augusto en tierras pobladas por la tribu de los Taurini, la cual se dedicaba a la crianza de los toros; de ahí que este animal sea el símbolo de Turín y podemos encontrarlo en un sinfín de fachadas y esculturas por toda la ciudad. Incluso muchas de las fuentes turinesas tienen forma de cabeza de toro.
Muchos la conoceréis por la reciente llegada del anteriormente “galáctico” Cristiano Ronaldo al equipo de la Juve, o por el Martini, o por los bombones Ferrero Rocher. Sin embargo, Turín es mucho más.
Pero vayamos por partes. Para visitar la que fue la primera capital de Italia en 1861, podemos llegar en vuelo directo a Turín desde varios aeropuertos españoles, tanto en líneas regulares como low cost. Y la comunicación con la ciudad es muy fácil y rápida a través de bus y taxi, apenas 20 minutos separan el centro de la ciudad del Aeroporto di Torino-Caselle. Una vez en Turín, los desplazamientos son igualmente sencillos, ya que se trata de una urbe realizada a escala del hombre.
A la hora de buscar alojamiento, existe una gran variedad de establecimientos de calidad y para todos los bolsillos, aunque si tuviera que recomendar uno, destacaría el Hotel NH Santo Stefano, tanto por su historia como por su situación, un lugar ideal para perdernos por esta antigua ciudad. Además, su especial arquitectura en forma helicoidal central hace de este hotel una visita única en sí misma, atrayendo a muchos turistas a visitar y fotografiar su recepción.
¿Qué ver en Turín?
Partiendo de este singular establecimiento, podemos comenzar a pie nuestro recorrido por todo el centro de Turín, siendo nuestra primera visita, por cercanía, la Puerta Palatina y las ruinas romanas del de la antigua colonia Augusta Taurinorum (siglo I a.C.). Frente a éstas se encuentra el Duomo di San Giovanni, único edificio Renacentista de la ciudad – porque Turín es la ciudad del Barroco italiano por antonomasia -, donde podemos contemplar la famosa “Sábana Santa” de Turín – en realidad lo que se ve es una copia, ya que la original sólo se exhibe dos veces al año – y profundizar más en la historia que envuelve a esta controvertida reliquia en el Museo de la Síndone.
Podemos realizar un primer descanso en la zona del Quadrilatero romano y comer en uno de sus locales de comida orgánica o, por supuesto, en alguno de los locales del movimiento Slow Food, nacido precisamente en uno de los múltiples clubs gastronómicos turineses, y que promueve el comer despacio, como antaño, disfrutando de una buena mesa elaborada con productos autóctonos de temporada. Y, cómo no, acompañados por un buen vino, como el Barolo.
Pero si no quieres “perder” tiempo durante tu visita, o dispones de poco tiempo, siempre puedes tomar un tramenzzino (tentenpie) de focaccia o una piadina ligure en alguno de sus locales a pie de calle.
Eso sí, el postre es imperdonable: ¡chocolate! Y es que Turín es la capital italiana de tan dulce y delicioso manjar. Su principal y más antiguo referente es el ”Caffe Al Bicerin”, uno de los cafés más antiguos de Europa, en cuyas mesas se sentaron personajes ilustres como Nietzsche o Covaour. Su principal y más característica bebida es el Biceri, una espectacular mezcla de café, chocolate y nata batida al momento, cuyo origen se remonta al año 1769.
Una de las plazas más bonitas de la ciudad, y de la que más orgullosos están los torineses, es la Piazza Vittorio Venero. Fotografiarla es algo único, con los Alpes de fondo y la Iglesia de Gran Madre di Dio y el Río Po a sus pies.
Cerca de esta zona se encuentra el Parque del Valentino, a lo largo del Po. Visita también el Burgo medieval y disfruta de un café con vistas al río, un verdadero lujo para el gusto y la vista.
El Museo Egipcio es el segundo más importante del mundo tras el de El Cairo. Recientemente reformado en su totalidad, es una maravilla que no te puedes perder. Entre sus magníficas colecciones encontramos las estatuas de Ramses II y Amenhotep.
A la salida del museo no dejes de visitar la primera tienda de café Lavazza del mundo. En ella podrás degustar diferentes tipos de café, comprar todo tipo de grano y artículos para prepararlo, y ver la exposición de su historia, donde nos relatan cómo lo que empezó siendo una pequeña tienda de ultramarinos ha llegado a ser una de las mayores empresas cafeteras a nivel internacional.
Cerca de este museo, en la Piazza San Carlo – por cierto, una de las más bonitas de Turín -, se hayan las Iglesias Gemelas de San Carlo y Santa Cristina; exactamente iguales, suponen un majestuosa puerta a los 20 kilómetros de pórticos de las elegantes Vía Roma y Vía Po. Sus suelos de mármol, repletos de tiendas y cafés, te ofrecen las últimas tendencias de la moda italiana.
La Mole Antonelliana es sin duda el principal símbolo turinés. Se trata de un espectacular monumento que se divisa desde cualquier punto de Turín, ya que es el edificio más alto de la ciudad. Te recomiendo su visita, no sólo porque en él se encuentra el Museo del Cinema, sino porque desde su ático se realizan las fotografías más bonitas de Turín.
La principal plaza de la ciudad es la Piazza Castello, llamada así por albergar el Palacio Real que fuera residencia oficial de los Saboya, además de la Ópera de Turín.
Gastronomía de la zona del Piamonte
El Mercado de Porta Palazzo es el más grande de los que existen al aire libre en Europa. En él podemos comprar los productos típicos de la región del Piemonte, desde quesos realizados con la leche de las vacas salvajes de los Alpes, a todo tipo de setas silvestres, sin olvidarnos de la maravillosa trufa blanca, tan característica de este lugar. También puedes degustar sabrosos platos tradicionales en los locales alrededor del mercado, muchos de ellos adheridos también al movimiento Slow Food.
Y ya que hablamos de comida, te recomiendo realizar el famoso “aperitivo” italiano. A diferencia del de nuestro país, éste se realiza por la tarde. Para los italianos es su momento favorito del día – además del momento del café, claro -. En cualquier local de la ciudad, llegado el momento del aperitivo, se prepara una gran tabla de aperitivos dulces y salados para que el cliente, de forma gratuita, pueda consumirlos junto con su bebida. Resulta, pues, una maravillosa forma de conocer una costumbre muy italiana, así como sus maravillosos aperitivos o tramezzinni. Uno de los locales más míticos es el “Norman”, donde podrás tomar una copa de vermut – bebida, por cierto, creada en Turín – mientras disfrutas de su maravilloso buffet de pastas y carpaccio.
Otro típico y famosísimo producto gastronómico turinés son los “grisines”. Estos palitos alargados, finos y crujientes, han cruzado fronteras y llegado a todo el mundo. Según dice la historia, el panadero de la corte de Vittorio Amadeo II de Saboya lo inventó porque este monarca tenía un delicado estado de salud y le sentaba muy mal la miga de pan. Así pues se puede decir que, gracias al rey, en 1679 nacieron en Turín los grisines.
Fiestas en Turín
La capital piemontesa es una ciudad preciosa para visitar durante todo el año. Pero quizás sea durante la celebración de sus fiestas, dedicadas a San Giovanni (San Juan) en pleno verano, cuando la ciudad se encuentra especialmente bonita. Pasear por sus calles y comer en los puestos típicos, para acabar con el impresionante espectáculo de fuegos artificiales que realizan sobre el Po con los Alpes de espectadores privilegiados, es realmente una experiencia única, que desde luego te recomiendo.
¿Conoces Turín? ¿Cuál es tu parte de la ciudad favorita?
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