Cuba, la mejor elección para tus vacaciones, además de sol y playa, ofrece muchos atractivos, entre los cuales destacan: su historia, su cultura, su clima perfecto y su patrimonio arquitectónico, paisajístico y artístico. Conoce y explora esta maravillosa isla.
La capital cubana cumplió en 2019 la friolera de cinco siglos de historia. Ahí es nada.
Aunque, siendo puristas, en realidad fue fundada cinco años antes, en 1514, en la costa sur de la isla - más o menos donde hoy se encuentra la Playa Mayabeque -, por Pánfilo de Narváez con el nombre de “Villa de San Cristóbal de La Habana”. Posteriormente, fue trasladada a otra zona conocida como Casiguaguas por los indios taínos, para finalmente establecerse en su ubicación actual en 1519 por Juan de Rojas Manrique - y no por Diego Velázquez de Cuéllar como se había pensado hasta hace poco -.
Rápidamente se convirtió en un importante centro comercial codiciado por piratas y corsarios, motivo por el que la Corona Española decide fortificarla y dotarla de importantes defensas militares. En 1572 se convierte en el hogar del Gobernador de Cuba - que, hasta entonces, tenía su residencia oficial en Santiago de Cuba - y, veinte años después, el rey Felipe II le otorga el título de “ciudad”. Casi medio siglo más tarde recibió también el ostentoso título de "Llave del Nuevo Mundo y Salvaguarda de las Indias Orientales".
Su estratégica situación pesa en la decisión de Felipe II de concentrar en su puerto la llamada “Flota de Indias”, esto es, el conjunto de barcos que, procedentes de las distintas colonias españolas, y con sus bodegas bien cargadas (oro, plata, esmeraldas, cacao, maíz, patatas, especias, caoba…), se juntaban en La Habana para partir todos juntos rumbo a España. Esto le otorgó una gran importancia que se tradujo, entre los siglos XVI y XVIII, en una explosión de edificios, tanto civiles como militares y religiosos, de gran valor histórico y monumental, y que conforman un centro histórico que la UNESCO declaró “Patrimonio de la Humanidad” en 1982.
En 1762, y durante once meses, La Habana pasó a manos británicas. Su devolución a la Corona española supuso la pérdida de la Florida; y durante el siglo XIX continuó el avance económico y cultural. Sin embargo, el hundimiento accidental en febrero de 1898 del acorazado USS Maine de la Armada de Estados Unidos dio a este país la excusa perfecta para invadir la isla. Y aunque cuatro años después devolvieron el control de la misma a los cubanos, su influencia se dejó sentir durante casi seis décadas del siglo XX, comenzando un periodo de crecimiento marcado por la mafia - La Habana pasó a ser entonces conocida como “la Gomorra de las Antillas” -.
En 1953 comenzó la llamada Revolución Cubana, que terminó en 1959 con el derrocamiento de un dictador - Fulgencio Batista - y su sustitución por otro - Fidel Castro -, dando comienzo a lo que se conoce como “Castrismo”, que se ha mantenido hasta nuestros días. Con él llegó el bloqueo por parte de Estados Unidos y un estancamiento económico que tiene su reflejo en la sociedad y del que La Habana es fiel reflejo.
La Habana es a día de hoy, la ciudad más importante de Cuba que conserva el influjo de sus viejos tiempos ¡Siéntelo caminando por La Habana Vieja!, su centro más histórico.
Prepárate para dejarte impresionar por espacios como la Plaza de la Catedral, la Plaza de Armas, el Museo de la Revolución… pero también por algunas de sus tiendas más auténticas, como las librerías o las casas de cultura. Y si buscas un paseo junto al mar que te haga sentir, sin saber cómo, el toque nostálgico de la cultura cubana, ¡no te pierdas “El Malecón” y sus increíbles vistas del atardecer.
La zona más antigua de la ciudad es conocida como La Habana Vieja, con calles y plazas emblemáticas:
- La peatonal, siempre concurrida y muy fotografiada Calle Obispo. Aquí encontramos restaurantes, bares y cafés (como el Bar “El Floridita”, que hiciera mundialmente famoso Hemingway, o el Café “París”); instituciones literarias (como el Instituto Cubano del Libro o la Librería Fayad Jamís); y varios museos (entre los que destaca el Museo de la Ciudad, situado en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales).
- Disfruta de la auténtica vida habanera en las calles O’Reilly, Mercaderes y Amargura.
- El señorial Paseo del Prado, la primera calle en ser asfaltada en La Habana, y que recuerda a las grandes avenidas de las capitales europeas. Aquí se encuentra el famosísimo edificio del Capitolio, que sirve también como “kilómetro cero” del sistema de carreteras de Cuba.
- El Parque Central, lugar de celebraciones diversas (como los seguidores del deporte nacional, el béisbol), y que se encuentra rodeado por bellos edificios como el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, la Manzana de Gómez o el Museo de Bellas Artes (el antiguo Centro Asturiano de La Habana).
- La Plaza de Armas es la más antigua de la ciudad, y en ella podrás admirar el Castillo de la Real Fuerza (el más antiguo de Cuba, hoy sede del Museo de la Navegación), los bellísimos edificios del Hotel Santa Isabel y el barroco Palacio del Segundo Cabo, o El Templete (que señala el lugar donde fue fundada la ciudad). Todos los días se organiza un pequeño mercadillo callejero de libros, sellos y monedas.
- La cercana, tanto en el tiempo como en ubicación, Plaza de San Francisco, con sus coloridas casas de estilo colonial, y que albergó la residencia de los Gobernadores y Capitanes Generales de Cuba hasta finales del siglo XVIII. Recibe su nombre de la neomudéjar Iglesia de San Francisco de Asís, aunque quizás el elemento más famoso de la plaza sea la Fuente de los Leones.
- La Plaza de la Catedral es una de las más bellas de la ciudad. Además del imponente edificio religioso (de estilo barroco y en cuyo interior estuvieron los restos de Cristóbal Colón durante más de un siglo), en ella se ubican varios palacios y casas solariegas, como el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras (en cuyo interior se encuentra el reputado restaurante “El Patio”), la antigua Casa de Baños (hoy Galería “Víctor Manuel”), la Casa del Conde de Lombillo, el Palacio del Marqués de Arcos, el Palacio de los Condes de Bayona (actual Museo de Arte Colonial), y la Casona de los Condes de Peñalver (hoy Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam).
- La Plaza Vieja, nacida como “Plaza Nueva” allá por 1559 para actos públicos (como representaciones teatrales o ejecuciones ejemplares), acogió las primeras pescaderías de la ciudad. Hoy, sin embargo, es una de las zonas de moda, y en ella encontramos edificios barrocos (como la Casa de los Condes de San Juan de Jaruco, hoy sede del Centro de Arte La Casona) en perfecta armonía con otros de inspiración modernista (como el Palacio Cueto).
- Menos conocida y visitada que las anteriores, la Plaza del Cristo te ofrece una imagen perfecta de la característica decadencia de La Habana. Pero que sus fachadas desconchadas, que aún guardan el encanto de un pasado esplendoroso, no te engañen; es un lugar donde se palpa el alma cubana. En su centro se encuentra el Parque de Bernaza, el más antiguo de la ciudad (data de 1640). Destaca también la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje - recibe este nombre porque a ella acudían los marineros antes de zarpar - y la Casa del Obispo.
En La Habana Vieja destacan también los castillos y fortalezas que servían de defensa de la ciudad frente a los constantes ataques que llegaban desde el mar: el ya mencionado Castillo de la Real Fuerza (1558), el Castillo de San Salvador de la Punta (1589), el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro (1595), la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña (erigida en 1763, es la mayor construcción militar española en América, que sirvió de prisión al mismísimo José Martí, y de Comandancia al Che Guevara), y el Castillo de Atarés (1763).
Fuera de La Habana Vieja la ciudad ofrece otros espacios y monumentos que merecen la pena una visita:
- El Museo del Ron, donde conocer todo lo relacionado con la bebida más famosa de Cuba.
- La Iglesia del Santo Ángel Custodio (de 1695, y donde fue bautizado José Martí) y la neogótica Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y San Ignacio de Loyola (conocida comúnmente como “Iglesia de Reina”, la más alta de la ciudad).
- El neoclásico Palacio de Aldama (1840), muy ligado a la industria del tabaco (los famosos puros habanos).
- La zona de El Vedado, lleno de edificios oficiales, museos y galerías de arte, donde encontramos la famosa Calle 23 (imprescindible visitar la Heladería “Coppelia”, que se hizo famosa gracias a la película “Fresa y Chocolate”) y el Cementerio de Colón (uno de los más grandes de América y el tercero en importancia en cuanto a obras escultóricas y arquitectónicas a nivel mundial).
- El Parque de Atracciones Coney Island, uno de los primeros construidos en América Latina.
- La Plaza de la Revolución, donde se encuentra la conocida y muy fotografiada imagen del Che Guevara con la leyenda “Hasta la victoria siempre”. Es aquí donde Fidel Castro daba sus extensísimos discursos que podían duras varias horas. Aquí se encuentra también el bellísimo Museo de la Revolución (situado en el antiguo Palacio Presidencial).
Se pronuncia “Varadero”, pero en tu mente suena a mar, a día de playa, a aguas cristalinas y arena finísima como en las películas. Se trata de una estrecha península de tierra que ofrece hasta 22 kilómetros de playas espectaculares, a tan solo 2 horas de La Habana y con hoteles e infraestructuras para quedarte el tiempo que desees.
Y si te cansas de estar todo el día en la playa, siempre puedes apuntarte a un buen paseo por el parque Josone o visitar la Cueva Saturno, que hasta tiene su propio lago interior de aguas transparentes… ¿Te atreves a bañarte casi a oscuras?
Visitar Santiago de Cuba… o no, depende del tipo de viaje que tengas en mente. Si quieres conocer la Cuba más auténtica, merece la pena el viaje (algo largo, está en la punta contraria a La Habana), como también si tienes ganas de bailar y disfrutar de la música cubana, ¡uno de sus grandes atractivos!
Es una calurosísima ciudad, muy húmeda, de origen colonial, cuyo centro histórico está lleno de lugares llenos de historia, como el Cuartel de Moncada (donde se vivió uno de los primeros capítulos de la Revolución), la Plaza de Marte y su torre central de 20 metros de altura, y una calle tan comercial como la Enramadas, que aún conserva el estilo y atmósfera de la historia cubana. En el barrio de Tívoli, el más auténtico de la ciudad, vivirás buenos conciertos de música cubana (apunta La Casa de las Tradiciones). Y si tienes tiempo, puedes visitar el Castillo de San Pedro de la Roca o Castillo del Morro: una fortaleza que protegía la ciudad de los ataques por mar.
La isla de Cuba se guarda sus reservas de cultura pasada y tiempo antiguo en las calles de sus ciudades coloniales, en donde la vida cubana se siente lejos del trajín turista: Trinidad, Baracoa, Cienfuegos o Viñales.
Trinidad
Una de las ciudades coloniales que más gustan al visitante, paseando por su Plaza Mayor y admirando sus edificios alrededor, o disfrutando de un día de sol y baños en la cercana Playa Ancón. Baracoa, por su parte, es la ciudad más vieja de toda la isla de Cuba, y en ella encontrarás un casco histórico diferente, de influencias francesas y neoclásicas. Podrás visitar su Parque Independencia, su catedral de 1807 y hasta un pequeño malecón frente al mar donde pasear disfrutando de la brisa y el olor a mar.
Cienfuegos
Plazas concurridas, calles llenas de ambiente, vecinos sentados en las puertas de sus casas… Las ciudades coloniales son un viaje en el tiempo y devuelven intensamente un tiempo pasado. En Cienfuegos, por ejemplo, seguro que disfrutas paseando por su célebre Paseo del Prado, con su ambiente animado, y rodeado de algunos de los edificios más refinados de la ciudad. O también, visitando el Parque Martí, gran punto de encuentro; o el monumento al Kilómetro Cero, punto histórico donde nació la ciudad.
Viñales
Algo similar sucede en Viñales, pero con una dosis de naturaleza aún más contundente. No en vano, el Valle de Viñales pertenece al Parque Nacional de Viñales, que es uno de los mayores entornos de naturaleza de toda Cuba, y donde descubrirás sus “mogotes” (formaciones rocosas ante las que se extienden a menudo las plantaciones de tabaco). En la aldea de los Acuáticos encontrarás un mirador con vistas para disfrutar de los alrededores, o también podrás visitar la Caverna de Santo Tomás, con más de 45 kilómetros de túneles y ríos subterráneos.
Las playas de Cuba sí están a la altura de esa expresión que nos persigue: “playa paradisiaca”, y si te desplazas hasta sus cayos, ¡lo de paradisíaco se queda corto! En los islotes de Cuba, la vegetación se dispara, la arena se vuelve aún más fina y blanca, y la estampa parece… de otro mundo. Te proponemos algunos de los cayos más famosos de Cuba, ¡lo que no te puedes perder!
Cayo Coco
Cayo Coco es el más grande de todos y además podrás llegar en coche a través de una carretera de 20 kilómetros construida sobre el mar y que atraviesa la preciosa Bahía de Perros. En la zona interior encontrarás un paraje de selva donde la fauna campa a sus anchas: pelícanos, flamencos y hasta unos pájaros llamados “coco blancos”, que podrían ser la razón del nombre de este cayo. Alrededor, hasta 26 kilómetros de playas espectaculares donde la más conocida es Playa Larga. ¡Buen sitio para practicar snorkel, por cierto!
Cayo Guillermo
Buenas playas… y dunas de hasta 15 metros de alto. ¿Dónde? En Cayo Guillermo, un islote dentro del archipiélago de Jardines del Rey en la costa noroeste. Además de bañarte en sitios como Playa de El Paso, provista de buenos servicios para bucear, o en Playa del Medio, una de las más tranquilas, Cayo Guillermo te brinda la posibilidad de salir de excursión en barco o a bordo de lanchas motorizadas. ¡Días de sol y mar!
La gastronomía cubana es conocida por su mezcla única de influencias africanas, españolas y caribeñas.
Platos populares incluyen el arroz con frijoles (conocido como moros y cristianos), ropa vieja (carne desmenuzada en salsa de tomate), y tostones (plátanos fritos) o el congrí, un arroz mezclado con frijoles y especias.No dejes de probar el cerdo asado con mojo, la raiz de malanga frita, el tamal en cazuela o el arroz con leche.
Recuerda probar los cócteles clásicos como el mojito y el daiquiri, así como explorar los mercados locales para experimentar la auténtica cocina cubana.
No puedes irte de Cuba sin comer en uno de sus paladares, restaurantes privados o casas particulares con un toque y un menú único. ¡ Algunos de ellos se encuentran en las casas de los propietarios, lo que agrega un toque hogareño a la experiencia culinaria!