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Debajo de la Ciudad Eterna se encuentra uno de los mayores secretos de Roma, sus catacumbas. A día de hoy, existen más de sesenta repartidas por toda la ciudad, pero sólo cinco de ellas están abiertas al público. Para remontarnos a sus orígenes tenemos que retroceder hasta el siglo II d.C.
La palabra catacumba significa “al lado de la cantera”. Esto deriva del hecho de que las primeras fueron realizadas a las afueras de Roma, porque la Ley Romana de la época prohibía dar sepultura en el interior de la ciudad.
Un laberinto por la oscuridad de Roma
Retrocediendo de nuevo en el tiempo, estas galerías subterráneas fueron utilizadas como lugar de enterramiento durante varios siglos, sobre todo de ciudadanos paganos, judíos y cristianos. Su construcción se debe a dos motivos principalmente: el primero era porque los cristianos no estaban de acuerdo con la incineración de los difuntos que practicaban los romanos; el otro, la falta de espacio y el alto coste de la tierra para proceder a enterrar los cuerpos tras la muerte.
Las catacumbas que se pueden visitar, casi todas situadas a lo largo de la Vía Appia, son las de San Sebastián - con 12 kilómetros de extensión, su nombre se debe a un soldado que fue martirizado tras convertirse al cristianismo -, las de San Calixto - que se extienden a lo largo de más de 20 kilómetros, y en cuyas galerías fueron enterrados varios pontífices y mártires cristianos -, las de Priscila - una de las más antiguas y donde se conservan las primeras representaciones de la Virgen María -, las de Santa Inés - cuyo nombre hace honor a una mártir cristiana - y las de Domitila - las más extensas de Roma -.
Las catacumbas son una parte importante de la Historia de Roma y, a su vez, una visita diferente por las entrañas de la ciudad. En el recorrido por sus enormes y oscuros pasillos se pueden ver los diversos nichos y, en algunos de ellos, incluso las inscripciones de las personas que los ocuparon en su momento. Cada fosa tiene un tamaño en particular, algunas más pequeñas destinadas a los niños y otras de mayor tamaño para toda una familia.
Con la invasión de los bárbaros, muchas catacumbas sufrieron saqueos, motivo por el cual los sucesivos Papas ordenaron el traslado de las reliquias más importantes a las iglesias de la ciudad. Posteriormente, y durante siglos, permanecieron olvidadas, lo que en cierto modo favoreció que, hoy en día, las catacumbas sean un testimonio casi intacto del pasado de Roma.
El horario de visita es común para todas ellas: de 9:00 a 12:00 y de 14:00 a 17:00 hrs. En cambio, los días de apertura sí que suelen variar, ya que cada día cierra una de ellas, además de un mes completo por trabajos de conservación.
Para conocer mejor las curiosidades de las galerías subterráneas, con el precio de la entrada (unos 8 euros) se incluye un guía especializado en el tema que nos ayudará a comprender mejor todos sus secretos.
- Catacumbas de San Sebastián (Via Apia Antica, 136)
En bus, líneas 118, 218 y 660.
- Catacumbas de San Calixto (Via Apia Antica, 110/126)
En bus, líneas 118 y 218.
- Catacumbas de Priscila (Via Salaria, 430)
En metro, estaciones “Libia” o “St. Agense / Annibaliano” (línea B). En bus, líneas 63, 92 y 130.
- Catacumbas de Santa Inés (Via Nomentana, 349)
En bus, líneas 36, 60 y 90.
- Catacumbas de Domitila (Via delle Siete Chiese, 282)
En bus, líneas 160, 670, 714 y 716.
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